Cine-en-violeta

Entrevista a la directora y guionista Roser Aguilar Campdepadrós

Cine-en-violetaEntrevista a la directora y guionista Roser Aguilar Campdepadrós

1ª) ¿Qué es para usted ser directora de cine?

La dirección de cine simplemente es un oficio, con una parte técnica importante y también una faceta creativa. Pero no es más que una profesión que permite contar historias a través de la narración y la estética cinematográfica para llegar al corazón y/o al intelecto del espectador, según el caso. Lo que pasa es que el entorno del cine está bastante mitificado y a menudo sólo se ve el “glamour” y no toda la parte dura, pesada y tosca de la profesión, que también la hay. En mi caso, la dirección de cine viene como respuesta a una serie de inquietudes creativas: primero estudié música, luego danza contemporánea, fotografía, periodismo y al final me decidí por el cine como medio de expresión.

2ª) ¿La directora de cine nace o se hace?

No lo sé, realmente. Tras llevar muchos años en una escuela de cine, primero como alumna y luego como profesora, creo que en la mayoría de los casos lo que hay son personas con una serie de aptitudes que tras la formación concretan sus inquietudes en el cine. Lo mismo que pasa con un bailarín, un actor o un pianista… Hay que tener una predisposición personal, pero a la vez luego se requiere de una preparación técnica para conocer el oficio. Y obviamente no siempre esto sucede en las escuelas, ese es sólo un camino.

3ª) ¿Considera que las directoras de cine enfrentan más obstáculos u otro tipo de obstáculos a los que enfrentan los directores de cine?

Es curioso porque yo nunca he querido automarginarme por el hecho de ser mujer, siempre he preferido pensar que realmente el género no influye. Pero objetivamente esto no es así: el porcentaje de mujeres en la dirección es escasísimo, en España está alrededor del 15%, por tanto algo pasa… Y me temo que importa mucho del hecho de que sea un cargo de poder en equipos mayoritariamente masculinos. Y tradicionalmente este rol lo han asumido más hombres que mujeres. Por tanto me parece que, desgraciadamente, entre otras cosas, hay un tema de autocensura por parte de la mujeres y también una realidad que se impone, que es un oficio muy intenso, competitivo e inestable que no facilita la conciliación laboral y personal.

4ª) ¿Cuál es su experiencia tras la participación en el certamen de Cortos por la Igualdad?

Mi experiencia en el certamen fue muy buena, porque me ha permitido visitar Valencia y conocer a la organización, a personas como Paqui Méndez, y debatir con otros directores y con el público sobre el tema de la Igualdad, que como vemos todavía no existe plenamente, ni en el cine ni en nuestra sociedad.

5ª) Usted ha sido premiada en el certamen Cortos por la Igualdad por su obra “Ahora no puedo”. ¿Por qué decidió tratar dicha temática?, ¿cuál fue el mayor obstáculo que se le planteó?

La verdad es que el guión me llegó ya escrito, yo colaboré dando mi opinión para mejorarlo, según mi criterio. Y sugerí un cambio importante en el final. Lo que me atrajo cuando lo leí, fue que la historia tal como estaba se adecuaba muy bien al formato corto, cosa muy poco frecuente. Además me pareció que la anécdota permitía hablar de una mujer luchadora, con “los pies metidos en el barro” pero que hace todo lo que puede para seguir adelante, incluso reconocer la derrota o la pérdida… Esa mujer, Sara, me gustaba y me permitía trabajar de nuevo con una actriz y llegar hasta un monólogo muy goloso. La dificultad principal residía en encontrar la actriz adecuada para provocar la empatía rápidamente y que a la vez supiera desarrollar todo el arco dramático del personaje. Y Cristina Blanco lo bordó. Luego para mí, otro obstáculo fue el de encontrar huecos en el calendario para rodar y para la postproducción, mientras tenía distintos proyectos en desarrollo y el trabajo, etc. Pero finalmente, entre 2010 y 2011 lo pudimos reescribir, rodar y acabar.

6ª) ¿Cuál es su próximo proyecto?

Afortunadamente ahora tengo dos proyectos de largometraje en desarrollo, que ya han recibido ayudas y que espero que se puedan concretar entre 2013 y 2014. Y debería rodar los 2 teasers y otro corto. Por eso, tendré que dejar un poco de lado la promoción del corto “Ahora no puedo”, después de un año de muchas alegrías, pero ya se sabe, todo tiene un fin, en este caso feliz.

Desde Cine en Violeta, como usted ya sabe, se dedicó una entrada al día de la Presentación de los Premios en Valencia. Puede ser consultada en este enlace: http://www.cineenvioleta.org/fotografias-de-la-presentacion-de-cortos-por-la-igualdad-en-el-rialto-valencia/#respond

Foto cedida por Juan Lafita (www.juanlafita.com)

Foto de Juan LaFita.

Muchísimas gracias por su colaboración. Para Cine en Violeta es un verdadero lujo haberla podido entrevistar.

El pais

El Pais: “Echo de menos que me hablen del amor de verdad

El pais
Entrevista:ROSER AGUILAR | Realizadora de ‘Lo mejor de mí’

“Echo de menos que me hablen del amor de verdad”

La rivalidad Madrid-Barcelona llega hasta las escuelas de cine. Probablemente sea más visto desde fuera que porque haya auténtica competencia entre los alumnos. Por un lado, la ECAM madrileña; por el otro, la ESCAC (Escola Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya). En la alineación barcelonesa, nombres de relumbrón como Juan Antonio Bayona (y la mayor parte del equipo técnico de El orfanato), Álex Pastor -que tras ganar con su corto La ruta natural en Sundance, ya ha rodado en EE UU su primer largo, Carriers-, Guillem Morales (doble candidato al Goya con sendos cortos) o Roser Aguilar (Barcelona, 1971). Aguilar, debutante en la realización con Lo mejor de mí, se llevó este verano en el festival suizo de Locarno -el más potente en cine radical e innovador europeo- el premio de la crítica independiente y el galardón a la mejor actriz.

“La dirección es una profesión estúpidamente mitificada”

“En Barcelona sabemos que hacer cine es muy complicado”

Y todo gracias a un resquemor. O a una picazón que corroe a Aguilar. “Quería cuestionar este amor idealizado, decimonónico, que aún se cree mucha gente. Veinteañeros que se van a vivir juntos, con un punto de ‘seremos muy felices’, y que luego se llevan una gran desilusión. Echo de menos como espectadora que me hablen del amor de verdad”.

La protagonista de Lo mejor de mí, Raquel, encarnada por Marián Álvarez, convence embobada a su nuevo novio para alquilar juntos un piso. Un trasplante de hígado, otra chica, en definitiva, la vida descruza los caminos de la pareja. Lo del hígado importa, porque en el proceso de pérdida de la inocencia, Raquel cede parte de su órgano a su chico. “En este universo rosa y simplón, el sacrificio por amor o amoroso está bien visto. Y no se hace porque salga del corazón, sino por quedar bien con el resto de la sociedad y consigo mismo”.

El siguiente paso es ¿cómo te lo montas para no morir de pena cuando ves que has fracasado, que no existen los Reyes Magos? “Ahí está el tema de Lo mejor de mí, la superación de la pérdida de la inocencia”.

En este viaje al descreimiento, Aguilar ha contado con muchos compañeros de la ESCAC. Por de pronto, Escándalo Films, la productora del largometraje, está asociada a la ESCAC, y la película forma parte de su Proyecto Ópera Prima, con el que incorporan a sus alumnos a la industria cinematográfica. “Unimos nuestro destino para lo bueno y para lo malo. No teníamos dinero ni experiencia. Sí ilusión, ganas, energía, frescura… Por parte de Escándalo me propusieron las condiciones del Proyecto Ópera Prima [que los jefes de los distintos equipos del filme sean ex alumnos y debutantes] y me pareció genial. Aunque alguno cumplía a medias las condiciones: el montador, Roger Vilaplana, no era debutante [empezó con El orfanato], pero sí estudió en la ESCAC”. Eso sí, en el proceso, Aguilar estuvo cinco años. “Para mí, el reto era acompañar al proyecto completamente y no sacar conclusiones hasta finalizarlo. Cada etapa tiene requisitos y dificultades diferentes. Cinco años suenan a muchos años… pero para una película tres o cuatro es normal. También cuenta que es una ópera prima, que las cosas cuestan un poquito más de arrancar, que la productora también era novel…”.

Aguilar, cansada tras un día de promoción y medidora de sus palabras, prosigue. “Tenía claro que quería intentar dirigir. A toda mi generación nos costó un poco. Una cosa es realizar cortos, o poseer aptitudes, y otra es el salto al largo. Es un oficio estúpidamente mitificado. Un director es como un guionista o un panadero: tiene la facilidad para contar cosas con imágenes y ya está. A mí me costó reunir las fuerzas y la convicción”.

¿Y qué tiene la ESCAC que no tenga la ECAM? “En la ESCAC hay muchas prácticas. Te puedes creer un genio, pero en segundo o tercero has hecho tantas prácticas y te has pegado tantas castañas que sabes que debes trabajar mucho. Bayona, Morales y yo íbamos a la misma clase de dirección, éramos 12. Ahora soy profesora de realización de prácticas de primero, y de proyectos de cuarto. Es muy complicado entrar en la ESCAC, y los alumnos sabemos que hay que sufrir. Además, vivimos en la periferia del cine; no sé si en Madrid la gente se confía más, pero en Barcelona sí sabemos que es más complicado”.

RoserMadrid

Roser Aguilar, fotografiada el pasado lunes en Madrid. / PAULA VILLAR